No me gustaba el pelo,
intenté cortarlo
en ese único remanso de
paz de jazmín
Reía cuando niña con mis
cuentos amados,
me llamó madre y me dijo
ven aquí Fermín.
Federica, con su sonrisa
por la mañana
soñaba con ver su sonrisa
cada festival.
Cantaba en la plaza con
su hermana gitana,
que jugaba a la petanca
en Santa Ana,
frágil como el diamante,
hermosa como un rosal…
La más bonita de las
nubes era rosada,
ese otoño la playa era mi
tentación,
mi vecina era bienvenida
con su llegada
verla cada día me
alegraba el corazón.
Porque se parecía a mi
tía preferida
me enamoró llevándome al
más allá;
me invade un sentimiento
de alegría
como el manantial en que
me solía bañar.
Quería salir a jugar,
pero no podía;
en esa época vivía con mi
corazón
porque aún no habíamos
terminado la partida.
Me sentía feliz cuando su
pelo veía
y para recordarla escucho
esta canción.
Él corría por la casa,
comía por todos lados
y entró María con su
dulce olor a jazmín
jugando al parchís y a la
oca con los dados contados
mi perro Fito jugaba con
un calcetín.
La más guapa de ellas se
llamaba Mariana
jugaba a las muñecas al
lado de un mural;
guapa y hermosa, todos la
envidiaban. /
Y fui al parque como cada
tarde de la rana
mientras jugaba con la
muñeca muy sentimental.
Iba hacia mi casa con mi
carita sonrosada,
me ponía contenta
bailando esa canción.
Yo, de pequeño, creía en
las bonitas hadas
y a todos los niños les
gustaba un montón.
De entre todas ellas la
mejor definida.
Sentí algo especial a
través del cristal,
me di cuenta de que mi
madre era mi vida
como el manantial en que
me solía bañar.
Cuando la noche llegaba,
en la calle jugaba;
mariposas en mi tripa y
cosquillas en mi corazón.
Cuando era pequeño yo
jugaba con lejía,
yo disfrutaba de una
infinita alegría,
aquello fue una tentación
y creó tensión.